viernes, 30 de diciembre de 2011

HISTORIAS DE NADGLIM: LA GUERRA DE LA CORONA BLANCA - CAPÍTULO 1

-¡¿Sachel, donde está mi espada?!-

El grito provenía de Rubincan, un viejo soldado retirado de la Corte del Rey Ismiral que se había ido a vivir a una aldea del sur del reino con el hijo de su difunta esposa, Sachel. Su cuerpo era morrudo y lleno de cicatrices, y a pesar de los años se mantenía en buena forma. Su cabello entrecano apenas  tenía faltantes y sus ojos marrón oscuro estaban siempre atentos como un Tigre al asecho.

Lamentablemente, la paz de la que supo gozar, había terminado. En los últimos años la cantidad de orcos se habían incrementado y habían abandonado su morada en la cadena montañosa de Nagsur empezando a atacar los pueblos y las aldeas del sur. Los adivinos pronosticaban un nuevo despertar de Kramos, sirviente del maldito, que había sido derrotado hace mucho tiempo por el héroe Mirindor. La realidad es que hoy le había tocado el turno a la aldea de Rubincan. Habían enviado un mensajero para solicitar ayuda al destacamento del Rey en Ludsur, pero estaba seguro que los refuerzos no llegarían a tiempo. Él, como antiguo guerrero del Ejército Real, debería guiar la última resistencia al mando de una unidad improvisada de inexpertos campesinos. En el fondo de su corazón sabía que sus chances eran casi nulas, pero debía intentarlo por su reino, por su aldea, y por lo único valioso que le quedaba en este mundo, su amado hijo Sachel.

-Aquí tienes tu espada padre-

Con gran esfuerzo, Sachel traía la espada larga de su padre, la cual había pertenecido a su abuelo antes que a él. Por las numerosas batallas de las que había participado, la espada había tenido que ser reforjada en muchas ocasiones, pero conservaba intacta la empuñadura de cobre y plata con una estrella de cuatro puntas grabada a ambos lados de la misma. Gotas de sudor caían por el rostro de Sachel. A pesar de ser muy fuerte para su edad, con nueve años el cargar una espada de esas características le hacía recurrir a todas sus energías.

-No hacía falta que me la trajeras, solo que me indicaras donde estaba- Dijo Rubincan al tiempo que tomaba su espada de manos de su hijo.

Rubincan miró con orgullo a su hijo. Era alto y musculoso para su edad. Había heredado de él su cabello oscuro y rebelde, pero tenía los ojos verdes de su madre. En ese momento notó que llevaba sujeta al cinto una espada corta.

-¿Qué es lo que pretendes hacer con eso?- preguntó Rubincan señalando la espada corta.
-Por supuesto que tomar mí puesto a tu lado en el campo de batalla- replicó con orgullo Sachel.
-Eres demasiado joven para ello- dijo Rubincan
-¡Pero padre, yo puedo pelear, tu me has instruido desde que tenía apenas cinco años!- protestó Sachel.
-¡Esto no es un juego, te quedarás en esta casa, es una orden!

En ese momento las trompetas sonaron con fuerza.

-Debo retirarme, el vigía ha divisado a los orcos, pero te vuelvo a repetir, te ordeno que no te muevas de esta casa – Dijo Rubincan y se fue a tomar su puesto al frente del improvisado ejército.

Sachel se quedó solo en su casa, sentado en cuclillas en el piso y apoyado sobre su espada corta, paso un tiempo relativamente corto, tal vez unos cuarenta y cinco minutos cuando empezó a escuchar gritos desgarradores provenientes de la aldea, de los cuales uno le llegó mas vividos que los otros.

-¡Los hombres han sido derrotados, huyan!-

Se trataba del grito de una de las mujeres de la aldea que al instante fue silenciado por un hacha orca. Unos momentos después, uno de los orcos había entrado a la casa de Sachel destrozando todo lo que vio a su paso, pero sin encontrar señales de vida. El orco volvió a salir. Sachel lo observó detenidamente salir de la puerta de su casa desde el techo de la misma. Había subido desde una pequeña escalera interna que el orco no pudo notar. En ese momento la furia lo invadió y salto sobre el asesino de su gente. Le atravesó el cuello con su espada corta matándole al instante; pero otros dos orcos que vieron esto cargaron contra él.

Fue entonces cuando veloces flechas volaron sobre su cabeza e hirieron mortalmente a los atacantes. Ruidos de pelea se escucharon por toda la aldea. Sachel trató de detectar el origen de las flechas cuando un nuevo orco blandió su hacha de guerra contra él. Pero en ese instante un cuerpo se interpuso entre él y el orco frenando el recorrido del hacha con sus dos espadas. El defensor era alto y estilizado, tenía ropajes de colores verdes oscuros y marrones. Su pecho era cubierto por una armadura de cuero y llevaba una capa color verde claro sujetada al cuello por un boche de plata en forma de hoja. Sus cabellos eran largos y plateados, pero lo que más llamó la atención de Sachel eran sus orejas puntiagudas. Fue entonces cuando recordó las historias de los ancianos de la aldea sobre una de las razas más viejas y nobles de Nadglim, los hijos de Nadiel, los Elfos.

El Elfo con un rápido movimiento seccionó los brazos del orco. El hacha de este último cayo haciendo un sonido estrepitoso. Mientras el orco gritaba de dolor, el Elfo coloco sus espadas cruzadas en forma de tijera a la altura de la cintura del orco, y con un preciso movimiento partió su cuerpo al medio.

Momentos después dos nuevos elfos se acercaron al salvador de Sachel y le hablaron en un lenguaje que Sachel no supo comprender.

-Comandante Lothgrin, llegamos tarde, aparentemente el niño es el único sobreviviente de la aldea-

Lothgrin se dirigió nuevamente al niño y en idioma común preguntó: -¿Cómo te llamas?-
-Soy Sachel, hijo de Rubincan-.
-Muy bien Sachel, hijo de Rubincan, a partir de hoy serás mi protegido-.

5 comentarios:

  1. Ya te mandé comentarios por MP.
    =)
    B.

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  2. Me gusta, has mejorado bastante desde las primeras cosas tuyas que lei. Me gustaron mucho los nombres de las cosas y personajes.

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    1. Gracias a ambos por las criticas constructivas. Trataré de poner mi mayor esfuerzo para seguir mejorando.

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  3. A ver, antes que nada aclaro que tengo intenciones de ser constructivo...
    Me gustó, esta bien la idea y estan buenos los personajes...
    en cuanto a mis críticas,
    en el primer parrafo, interpreté que Sachel era hijo de la difunta, pero no de Rubincan, pero luego dice explicitamente que si lo es.

    cuando Sachel habla, en ningun momento me pareció un niño de 9 años, ¿esto fue intencional? porque por lo que dice al principio, vivio en paz, aunque es cierto que ser huerfano de madre pudo haberlo hecho madurar mas rápido que a otros chicos.

    bueno, a medida que lea mas caps, iré haciendo mas comentarios.

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  4. Gracias por tus comentarios Guso. Paso a contestar:

    En el primer párrafo si bien se puede interpretar de la manera que vos dijiste (como si fuera solo hijo de la fallecida esposa de Rubincan), lo que yo quise transmitir es que Sachel era lo único que le quedaba a Rubincan de su amada.

    Respecto a lo de niño a los 9 años, en la antigüedad los hombres se curtían a una edad mucho mas temprana y ya a los 12/14 se los podía considerar adultos. Si bien Sachel tiene nueve años, es hijo de un militar que como vos decís, se quedó sin el cariño materno desde muy temprano y fue entrenado desde muy chico con su padre para resistir una vida dura.

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